Alex Txikon y sus compañeros de expedición han llegado hoy al Campo Base, "exhaustos, pero bien". Desde allí, el alpinista vizcaíno nos envía la crónica que recoge los detalles del trabajo realizado estos últimos días y el intento fallado de cumbre.
Jueves, 15: Un día duro y largo. Llegamos al collado norte, a 7.050 metros. Hasta aquí todo correcto y bajo control, dentro de lo que cabe. A partir de aquí empieza la hora de la verdad.
Viernes, 16: Salimos muy cargados a intentar llegar al hombro (7.500 m.). Pero no pudo ser, así que plantamos la tienda a 7.250 metros y Adam y yo salimos a equipar los metros que podamos hacia arriba para quitarnos trabajo del día siguiente. Adam asume la responsabilidad escalando de primero y yo cargando detrás, mientras Dima nos espera en la tienda. Luego escalo yo un largo precioso y durísimo, de 70 metros y una dificultad en roca de al menos 6a. Lo escalo en libre y no veáis lo que me costó al día siguiente repetirlo a jumar. Tras equipar tres largos descendemos a la tienda, después de más de 12 horas de actividad.
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El segundo largo es el más expuesto. Paso miedo. Y ya en el tercero, tras 3 o 4 metros verticales aparecen unas cuerdas viejas a las que me agarré lo que pude pese a ser consciente de lo peligroso que es, pero… ¿a 7.500 qué no es peligroso? Finalmente, tras otra larga jornada de 12.horas, instalamos el definitivo campo 3 a 7.600.
Cuando estamos acabando de mobtarlo, de repente… ¡Qué alegría!... Oigo la voz de Denis. ¡Qué bien! El plan ha salido perfecto. Como lo hablamos en el base. ¡Increíble!. Intentaremos cumbre en unas horas todos juntos.
Para Adam, Dima y yo las dos jornadas anteriores han sido quizás demasiado duras como para intentar cumbre en apenas unas horas, pero en montañas como estas, estando tan altos, no se pueden desaprovechar las oportunidades. Así que todos ‘pa’ cumbre.
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Superamos la primera zona peligrosa y, de nuevo por un largo couloir muy muy tieso de 60 o 70 grados, llegamos a un primer resalte. Lo superamos por la derecha y fijo la cuerda. Un segundo largo para Adam.y, de nuevo a pelo, llegamos a una zona de roca muy vertical. Parece que desde aquí en travesía podremos llegar al collado de los gendarmes. Dima pasa primero la zona de roca. Tras el voy yo y, de pronto, me encuentro un cuerpo semienterrado. Me había ocurrido antes pero no como hasta entonces. Estaríamos en la cota 8.000, y un escalofrío recorre mi cuerpo. ¿Por qué será? ¿Nosotros también podemos acabar así? ¿Es por eso? ¿Nuestra apuesta es quizás lo suficiente arriesgada para como acabar a sí? Giro la cabeza, aprieto los dientes e intento no perder concentración.
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Y es el momento en el que me veo vivaqueando a 8. 500. Creo que gracias a Adam hicimos lo correcto y salvamos nuestras vidas. Apuramos demasiado, pero en montañas como estas, y tan sólo 5 personas, la apuesta es arriesgada. Anochece y baja la temperatura, estamos cerca pero lo peor está por llegar. Adam desciende muy rápido, yo voy tras Dima e intentó cramponar lo mejor que puedo. o lo que las fuerzas me permiten.
De repente, sobre los 7.900 más o menos, dejo de ver la frontal de Adam. Calculo el punto en el que dejo de verle, llegamos y empiezo a gritar su nombre. No le oigo. Pienso “se ha caído y se ha matado, no...no....joder”... De pronto veo algo… ¡Es él haciendo luces con el mechero! Y oigo su voz. No se lo que ha sucedido, pero estoy seguro de que ha caído. En efecto, hora y veinte minutos después llegamos hasta su posición. Ha perdido la frontal y está hipodérmico. Intentó animarle, como me ha sucedido en otras ocasiones. Pero a pesar de su aspecto me doy cuenta que no hace falta reanimarle ni nada. No ha entregado su cabeza. Dima ata sus crampones ,y nos ponemos de nuevo en marcha. Lo que le pasó es que se sentó a esperarnos, se relajó, patinó como 100 metros y no sabe cómo pero logró parar. Un milagro. Uno entre un millón.
Qué curioso. Creo que Adam nos salvó la vida dándonos la vuelta a 8.500 y ahora nosotros se la hemos salvado a él. Está con mucho frío y le dejó la frontal para que se adelante a la tienda. Pero según le doy la frontal, el que se queda jodido soy yo. ¡Joder! doy dos pasos por un terreno peligrosísimo detrás de la sombra de Dima, y ¡joder! es que no veo nada. ¡Estamos perdidos! Creo que tras la caída de Adam hemos perdido mucha altura, y no encontramos la tienda. Gritamos y …. ¡Eeeeooohhhhh! Denis y Arteum nos hacen señas… Parece que llegamos… Si, estamos en las tiendas… son las doce y media de la noche. ¡Estamos a salvo!.
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Mientras, el resto descendemos en dos grupos. Arteum y yo y Adam y Dima. Nosotros somos los primeros en llegar al C-1. Más tarde lo hace Denis, que baja de la cumbre a velocidad supersónica y ha adelantado incluso a Adam y Dima, que son los últimos en llegar. ¡Qué alegría! Estamos todos sanos y a salvo por que la cosa estuvo recia y se pudo complicar mucho. ¡Todos en el C-1 y con la cumbre!. Estoy feliz, muy feliz pero apenas tengo fuerzas. Me queda muy poca.
Martes, 20: Hoy hemos madrugado muchísimo y hemos llegado antes de mediodía al campo base. No os podéis pensar lo al límite que hemos estado. Han sido los tres días más al límite de mi vida. He llegado muy cansado, pero también muy, pero muy contentó de lo que hemos hecho. Ahora me empiezo a sentir vivo de nuevo. Me duelo mucho el pie izquierdo. Ahora me toca mirarme lo que tengo. Es la segunda cosa que voy a hacer recién llegado al CB. No os vais a creer cuál es la primera. No es ni agua, ni una coca cola, ni comida a pesar de llevar tres días sin comer. Es curioso, pero desde las 5 de la mañana hay una canción una canción que me está dando vueltas en la cabeza. Una canción que en los momentos de flaqueza me ha hecho apretar los dientes y seguir adelante. Y llegar hasta el campo base: Oreka del grupo Berri Txarrak. Y así ha sido. Y ahora sí, ahora toca mirarme el pie izquierdo.
Podéis seguir los pasos de Alex Txikon en tiempo real gracias al servicio de posicionamiento por GPS Racetracker.
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